SAN DIEGO DE ALCALÁ
Diego,
nombre de varón. El más querido del patronímico español, que significa
nobleza, hidalguía y humildad. Ese Diego nuestro, patrono de Ocumare que
con su piadoso manto nos protege, nace en San Nicolás del Puerto en la
Diócesis de Sevilla; de origen muy humilde y de extrema pobreza, su
niñez transcurre con las penurias propias de los desamparados de la
época, desde chico su humildad y bondad germinaron y empezaron a dar su
fruto, cuando hace amistad con un sacerdote ermitaño, que lo acepta como
su discípulo y a pesar de ser Diego muy joven, empezó por imitar las
austeridades y prácticas de vocación de su maestro, aprende a cultivar
la tierra, como también la fabricación de cucharillas, tenedores y otros
utensilios de madera. Luego de varios años, Diego tuvo que volver a su
casa para después tomar los hábitos de hermano lego en un convento de
los frailes menores observantes en Arrizafa, luego sus superiores le
enviaron a las Islas Canarias a una misión de orden, donde gracias a su
bondad y humildad pero tesonera labor con ardoroso amor y mucho éxito en
la instrucción y conversión del pueblo.
En 1445 aun siendo hermano lego, fue nombrado guardián del convento de
Fuerte-ventura, el principal de la Islas. Cuatro años después volvió a
España y vivió con fervor y recogimiento de los alrededores de
Sevilla. En el año 1450 se celebra un jubileo en Roma y en ese mismo
año se canoniza a San Bernardino de Sierra; muchos Franciscanos
acudieron a la ciudad eterna. Diego acompaño al Padre Alonso de Castro,
atendiéndole de una peligrosa enfermedad, fue tanto el denuedo y
diligencia con que atendió al enfermo, que esto llamo la atención de sus
superiores, quienes de inmediato le confiaron el cuidado de la
enfermería del convento de Aras Coeli, donde habían muchos frailes
enfermos, Diego desempeño este oficio durante tres meses y le restituyo
la salud a varios enfermos. Los trece años que le quedan de vida los
pasó en España, sobre todo en los conventos castellanos de Salcedo y
Alcalá de Henares, ciudad esta ultima de la cual toma su nombre.
En 1463, hallándose en esa ciudad le sobrevino su última enfermedad y
cuando ya estaba moribundo, pidió un cordón de los que usan los
franciscanos para ceñirse, se lo hecho al cuello, tomo en sus manos un
crucifijo y repitió con gran ternura el Himno de la Cruz: “Dulce
Lignum”, dulce clavos, dulces podus sustnet, y así entrego el alma a
Dios. Era el día 12 de Noviembre.
E vida el Santo Varón hizo milagros y luego de su muerte estos se
multiplicaron. El Rey Felipe II que obtuvo un milagro por intercesión
del hermano Diego a favor de su hijo, solicito su canonización. El Papa
Sixto V lo canoniza en 1588 y le dedica el día 12 de Noviembre, el Papa
Inocencio XI traslada su festividad para el día 13 y la iglesia
española se la celebra el día 11.
En síntesis, este es un bosquejo del Santo Patrono que nos protege con
su sagrado manto, humilde, artesano, agricultor y milagroso.
Espiritualmente llega América y se sitúa en la Sabana de Ocumare, aquí
entre nosotros para colmarnos de bendiciones bajo su augusto y piadoso
manto.
De aquí va al norte y allí otro Franciscano de grata recordación, Fray
Junípero Sarra, le entroniza en California al fundar en 1769, la ciudad
de San Diego, bajo la advocación del hermano Diego y crea también la
misión del mismo nombre, la cual es la primera de las 21 que se fundaron
en ese país, luego retorna a Venezuela y esta vez se ubica en la
atalaya de Miranda, allá en los del heroico Guaicaipuro con el nombre de
San Diego de los Altos, para así quedarse eternamente con nosotros.
San Diego de Alcalá, piza tierra ocumareña por primera vez el 13 de
Noviembre de 1625, hubo de pasar 68 años para ser entronizado como
Patrono de Ocumare del Tuy, hecho que ocurre el 13 de febrero de 1693,
cuando la población es erigida en parroquia bajo la advocación de San
Diego de Alcalá, con el nombre de San Diego de la Sabana del Tuy de
Ocumare.
La vida maravillosa en lo místico, piadoso y humanístico de San Diego,
rebasa la existencia corporal, porque después de su muerte, se suceden
hechos famosos, en los sitios donde vivió y en los sitios donde hoy mora
espiritualmente, por ejemplo: en Alcalá de Henares, el día 9 de Octubre
del año 1547, es bautizado Miguel de Cervantes el célebre autor del no
menos célebre Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. En San Diego
California, centena de años después de su consagración como Patrón de
esa Ciudad, se construye el motor del Espíritu de San Luis, avión con
que Charles Lindbergh, cruza por primera vez el atlántico en el año
1927, recorriendo la ruta Nueva York, París. En San Diego de los Altos,
años después de su ascensión como guía espiritual de ese noble pueblo,
nace en el año 1818, el humanista y pensador gloria de nuestras letras,
Don Cecilio Acosta. En su bien amada Sabana del Tuy de Ocumare, nace el
prócer civil y musical de Venezuela, Don Lino Gallardo, autor de la
música del Glorioso Himno Nacional; a finales del siglo 17 nace el
presbítero, doctor en teología José Vicente Machillanda; quien años
después fue rector de la Universidad de Caracas, también viene al mundo
en esta cálida tierra, el eminente medico Joseph Matheo Machillanda,
en el año 1836 nace el presbiterio, doctor Nicanor Rivero, uno de los
oradores sagrados de Venezuela en el siglo 19, fue uno de los fundadores
del diario de La Región, periódico decano de la prensa nacional; en
1865, nace el presbiterio Reinaldo Esculpí, teólogo, escritor y orador.
No me atrevo de hablar de milagros o coincidencias, pero lo que si
estamos seguros es que donde mora San Diego, se suceden actos muy
trascendentales.
Es proverbial la bondad y humildad de San Diego, las cuales cabe
destacar fueron llevadas al óleo por el célebre pintor Bartolomé Esteban
Murillo1, cuando plasma un milagro del Santo, el cual actualmente se encuentra en el Museo de Louvre2,
así como el famoso cuadro de San Diego en medio de los pobres, de gran
impresión por su realismo, de esta pintura se dice está perdida y se
cree en manos de un coleccionista particular.
Juan José Flores.
Juan José Flores.
1. BARTOLOME ESTEBAN MURILLO,
pintor español nacido en Sevilla, donde murió al caerse accidentalmente
del andamio en que pintaba, vivió entre 1617 y 1682. Aparte de la obra
realizada sobre San Diego de Alcalá, ejecuto otra entre las que se
encuentran: La Muerte de Santa Clara, la concepción del Palacio
Arzobispal, San Isidro, San Leonardo, destinado a la Sacristía Mayor de
la Catedral de Sevilla; en el año 1656, pinto la gran tela del
Baptisterio de la iglesia catedral sevillana, representando la aparición
de Jesús a San Antonio de Padua; en 1665 pinta cuatro medios puntos
para la Iglesia Santa María la Blanca de Sevilla y también plasmo, La
Dolores y el San Juan Bautista de la misma iglesia. Tal era el pintor
de San Diego de Alcalá.
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